Cada vez son más el número de investigaciones científicas que inciden sobre la capacidad que tienen los parásitos para alterar el comportamiento de sus huéspedes para su beneficio.
Algunos de los descubrimientos de estas investigaciones revelan que los parásitos y microrganismos pueden tener un efecto directo sobre nuestras decisiones a lo hora de alimentarnos, sobre nuestro estado de ánimo y nuestros pensamientos.
Estos son algunos de los casos y ejemplos en seres humanos y animales:
Las solitarias o tenias nos pueden provocar más ganas de comer para recibir mayor cantidad de alimentos.
Parásitos que cambian nuestro olor corporal
El plasmodium es un parásito muy peligroso que puede causar malaria.
Como parásito necesita propagarse y lo hace saltando del ser humano u otro huésped al mosquito y del mosquito al ser humano. Ahora los científicos empiezan a entender la forma en la que el plasmodium manipula al ser humano para lograrlo.
Seguramente alguna vez has viajado y has comprobado que los mosquitos pican más a una persona que a otra. Según los científicos el parásito de la malaria puede alterar nuestro olor y hacernos más atractivos a mosquitos.
Una vez que el mosquito ha bebido de un humano con malaria, el parásito infecta el cerebro del mosquito, lo que lo hace más propenso a picar a otro humano. Al manipular a humanos y mosquitos, el parásito puede propagarse con extremado éxito.
Manipuladores de comportamiento
La toxoplasmosis puede pasar a humanos a través del contacto con animales. El toxoplasma gondii. Infecta a muchos mamíferos de sangre caliente.
Sabemos, por ejemplo, que las personas que tienen anticuerpos contra la toxoplasmosis tienen más del doble de posibilidades de tener algún accidente de tráfico. Puede ser que el parásito haga que se produzca un comportamiento más temerario.
Las investigaciones también sugieren que el toxoplasma gondii puede ralentizar el tiempo de reacción, con la intención de hacernos más vulnerables a grandes depredadores.
Sin embargo, la presencia de este parásito (según algunos cálculos, un tercio de la población mundial podría estar infectada de forma crónica, aunque en Francia supera el 80%) también se relaciona estadísticamente con la esquizofrenia, el intento de suicidio, la depresión y otras enfermedades neuropsiquiátricas según varios estudios recientes.
Un metaanálisis cifra el incremento del riesgo de quitarse la vida en un 43% cuando esta infección está presente.
Según José Ramón Alonso, neurocientífico y catedrático de Biología Celular en la Universidad de Salamanca.
Aunque existen más evidencias en el mundo animal, hay datos sorprendentes en humanos que merecen ser investigados.
Por ejemplo, que “la gente implicada en accidentes de tráfico está más infectada por Toxoplasma que la población general”.
Los virus también pueden modificar nuestras actividades sociales
Un grupo de investigadoras utilizaron la vacuna de la gripe (compuesta por fracciones de virus que no causan la enfermedad) para realizar un experimento en una universidad que tuvo un resultado muy curioso: la gente que recibía la vacuna multiplicaba sus contactos sociales. Para la difusión de un virus de la gripe, lo mejor es que te reúnas con mucha gente en muchos lugares
Todavía hay mucho por investigar, pero cada vez se conoce más la influencia de distintos tipos de parásitos sobre nuestra salud y la profunda relación que hay entre el intestino, el cerebro y la dieta.
El médico naturópata Ekkehard Scheller descubrió el fenómeno de las cándidas camufladas que tienen la capacidad de ocultarse para el sistema inmune e incluso no son detectadas por un análisis convencional. De esta forma se defienden ante los antibióticos.
Cuando los animales de granja cuyas carnes luego se utilizan como alimento son tratados con una gran cantidad de antibiótico y hormonas para el crecimiento, esto hace que las cándidas se camuflen. Cuando consumimos estos alimentos estas cándidas camufladas pasan a nuestro organismo.
Estas cándidas pueden alterar nuestro apetito y llevarnos a consumir más alimentos con azúcar e hidratos de carbono que son su principal fuente de energía y alimento.
Una vez en nuestra sangre forman nidos camuflados de cándidas que atrapan todo tipo de contaminantes, coloides de metal para generar el microclima ácido necesario para poder sobrevivir en un ambiente más alcalino como es la sangre. Y desde este ámbito camuflado se reproducen, crecen y proliferan infestando todo nuestro organismo.
Los morgellons son otro tipo de parásitos que pueden infectar nuestro organismo y el cerebro.
Los morgellons son nanotecnología plástica que se encuentra en el aire procedente de los chemtrails o nubes químicas formadas por algunos aviones.
Estas nubes químicas contienen gran cantidad de metales pesados y esta nanotecnología plástica.
Los morgellons entran al cuerpo como nanopartículas y acaban volviéndose parásitos que pueden llegar a infestar todo el organismo, incluso el cerebro.
Ekkehard Scheller explica en su libro Candidalismo cómo estos parásitos pueden alterar las decisiones de los pacientes, llegando a evitar que sean tratados con el remedio que los eliminaría.
Todas estas investigaciones y datos nos muestran la importancia de realizarnos por lo menos alguna vez un análisis para determinar si alguno de estos parásitos está en nuestro organismo y si es así tratarlos con el remedio adecuado para eliminarlos.
La mejor manera de eliminarlos es limpiando nuestro intestino, limpiando nuestra sangre y órganos depurativos y regenerando y protegiendo nuestra microbiota y flora intestinal.
Puedes obtener más información sobre análisis y tratamientos en los siguientes enlaces:
©Derechos de autor. Todos los derechos reservados.
Necesitamos su consentimiento para cargar las traducciones
Utilizamos un servicio de terceros para traducir el contenido del sitio web que puede recopilar datos sobre su actividad. Por favor revise los detalles en la política de privacidad y acepte el servicio para ver las traducciones.